Todos tenemos un día que nos marca especialmente……
A veces no sabríamos cómo explicarlo; una imagen, un sonido, una palabra en el momento preciso hace que percibamos la posibilidad y el deseo de construir un camino diferente, un proyecto nuevo que desarrollar….
Ese día fue hace un par de años, cuando el invierno deja por fin Galicia y después de tantos meses oscuros empezamos a sentir el calorcillo de los primeros rayos de sol. Aquella mañana había bajado a la playa a leer un rato. Tenía muchas ganas de empezar el libro que me habían recomendado en varias ocasiones, La Estrategia del Océano Azul, de W.Chan Kim y Renee Mauborgne, basado en la necesidad de apartarse de la habitual competencia destructiva entre industrias, para ampliar los horizontes del mercado actual generando valor a través de la innovación.
Ya desde el inicio de la lectura vi reflejada la trayectoria de las empresas que había conocido durante estos años, con límites muy definidos y aceptados universalmente; todas ellas basadas en las reglas del juego competitivo donde los rivales ganan o pierden en base a la cuota de mercado arañada mutuamente. En esta situación, a medida que aparecían nuevos actores en el mercado, las posibilidades de crecimiento disminuían y los productos tendían a estandarizarse totalmente. Todo ello terminaba creando una situación de lucha por la mera supervivencia que, especialmente en situaciones de recesión económica general, desembocaba en la desaparición de muchos de ellos.
Es entonces cuando sentí la importancia de trabajar para generar oportunidades de crecimiento rentable y sostenido a largo plazo. Crear nuevos espacios no explotados todavía y conseguir así un nuevo ecosistema de negocio basado en la innovación y aportación de valor para todas las partes integrantes del mismo.
Y ahí nos hemos posicionado actualmente…
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